domingo, 21 de agosto de 2016

BREVES RELATOS DE LOS SANTOS LOCOS DE LA ANTIGUA RUSIA

Los monjes locos son reconocidos por su humor ácido y su crítica rebelde y radical, y seguidores fieles de la naturaleza, que se mofan de las penas y preocupaciones ajenas con total desvergüenza, liberados de toda sujeción institucional, que predican la autosuficiencia, la austeridad extrema y la extravagancia para alcanzar la tranquilidad de ánimo y la vida feliz.
Así mismo son virtuosos religiosos (profestas, monjes, ermitaños, anacoretas) que practican una vida en imitación a Dios (imitatio Dei), se comportan y actúan al margen de las normas sociales y al margen de la Iglesia.
Expuesto así, es abrir la puerta a muchos excesos, pero la filosofía tras los “locos de Dios” es que el Espíritu Santo habla en el corazón, da libertad frente a las convenciones, y se goza en el hombre libre.
Como los profetas del Antiguo Testamento, y como San Juan Bautista, que vestían de formas extrañas e imprecaban a los poderosos con gestos llamativos, así surgieron varias figuras que alcanzaron notoriedad.
Veamos los siguientes cortos relatos de santos locos por el bien de Cristo.
PROCOPIO DE USTYUG

Procopio de Veliky Ustyug (... - 1303) fue uno de estos santos considerados "locos en Cristo" de Rusia, y venerado por la Iglesia ortodoxa rusa.
Comerciante católico, se convirtió al ortodoxo en la ciudad de Nóvgorod y después de haber dado todo lo que poseía a los pobres, se convirtió en monje en el Monasterio de Santa Varlaam de Chutyn, sitio no muy lejos de las paredes de la ciudad. Después de algún tiempo se decidió a moverse en la ciudad de Ustjug donde decidió dar testimonio de su fe convirtiéndose en un "tonto para Cristo", es decir, por la elección de vivir mediante la simulación de la locura, la miseria y despreciando sus cuerpos con el fin de participar mejor en la pasión de Jesús.
De acuerdo con sus hagiógrafos Procopio fue el primer exponente de este movimiento religioso en el norte de Rusia, que fue el primero que, interpretando las palabras de St. Paul, "Somos los locos por la gracia de Dios, y vosotros prudentes en Cristo; nosotros somos débiles, pero vosotros fuertes; usted es honorable, pero nosotros somos parias "(I Corintios 4:10), decidió vivir solo, llevando en su deambular tres tablones de madera pesados para mortificar su cuerpo, caminaba descalzo y mal vestido, pernoctando en los atrios o, simplemente, sobre el suelo.  Solo aceptaba limosnas de la gente pobre y nunca de los ricos, porque consideró que habían obtenido sus posesiones de forma inmoral, y esa actitud le hizo pasar largos ayunos, que a veces persistian durante días.
En 1290 Procopio recorreo las calles de la ciudad durante una semana pidiendoles a los ciudadanos  rezar y arrepentirse para que su ciudad no sufriera la misma suerte de Sodoma y Gomorra (Génesis 19). Nadie le dio la escucha. Repentinamente apareció en el cielo una nube siniestra. La nube crecía y crecía, de tal manera que el día se convirtió en noche. Centelleaban los relámpagos, bramaba el trueno con tanta fuerza que estremecía los muros de los edificios. El ruido de la tormenta tapaba el clamor de los habitantes, y todos tuvieron un presentimiento de destrucción y de muerte. Recordando las palabras de Procopio la gente corrió a rezar a la catedral, donde el santo estaba de rodillas pidiendo clemencia por la ciudad. La leyenda cuenta que el milagro ocurrió. La fragancia del Crisma llenó el templo. El mirra que fluía del icono milagroso era tan abundante que se pudieron llenar todos los recipientes que se encontraban en la iglesia. La gente se untaba y se curaba de sus males. Después el sofocante aire refrescó y se asomó el sol. A 20 km. de Ustiug, en el prado de Kotovalsk las nubes desencadenaron granizo y relámpagos. El granizo daño un bosque de muchos años, pero no produjo daño ni a la gente, ni a los animales. En recordación de la salvación de la ciudad de su destrucción, fue establecida la festividad del icono de la Virgen de Ustiug.

El jurodivyj por causa de Cristo tenía la costumbre de recorrer orando las plazas, llevando en su mano sus tres atizadores. Los iniciados en la vida espiritual notaban que cuando los atizadores apuntaban hacia el frente abundaba el trigo, mientras que cuando los movía hacia arriba había escasez de trigo y de los demás frutos de la tierra. San Procopio frecuentaba la orilla del río Sujona y, sentado sobre una piedra, observaba las pequeñas barcas de los vendedores ambulantes en el gran río y rezaba para que el señor les concediera una navegación tranquila. Le gustó el lugar aquel y la piedra en la que se sentaba y suplicaba con convicción junto a la gente de paso: “Traed mis huesos a este lugar y esta piedra sobre la que ahora me siento será mi sepultura y que Dios os bendiga en el día del juicio”. Después regresaba al atrio para cumplir con sus oraciones nocturnas.
Para demostrar un corazón puro como Adán, Procopio iba desnudo como él. El frío clima ruso no le ayudaba, pero él se negaba a ponerse ropa y buscaba calor entre los perros, aunque ellos salían huyendo. Una vez un ángel lo tocó con una ramita del paraíso y ya nunca sintió frío ni calor, pero seguía sintiendo las pedradas y golpes que a veces le daban, por ejemplo cuando intentaba dormir en el pórtico de una iglesia. Lo soportaba todo con la paciencia alegre del enamorado de Cristo.
En el año 1303, Procopio muere en soledad y su cuerpo es sepultado por una gran tormenta de nieve. Es encontrado cuatro días después al final de un puente de la ciudad. En el lugar donde fue encontrado el cuerpo se colocó una cruz de madera en su memoria que al cabo del tiempo fue reemplazada por una de piedra. Los fieles enterraron el cuerpo de Procopio en el lugar por él señalado, junto al río y usando como sepultura la piedra en la que solía pasar largo tiempo. La vita afirma que Dios se manifestó durante el duelo de distintas maneras, como por ejemplo, en forma de una nube de fuego.
La veneración popular le atribuye un gran número de milagros  y había mucha gente que declararon que lo habían visto en las calles, incluso después de su muerte. Se le recuerda el 8 de julio.

TEODORO DE NÓVGOROD Y NICOLÁS EL DE LOS REPOLLOS

Teodoro nace en Velikij Nóvgorod en la primera mitad del s.XIV donde muere el 19 de enero de 1392. La ciudad de Nóvgorod está dividida en dos partes por el río Volchov. Teodoro pasó su vida en la parte del mercado mientras que en la otra orilla, donde se encuentra el detinec (ciudadela o kremlin) con la catedral de Santa Sofía, tenían a su propio jurodivyj, Nicolás el de los repollos de Nóvgorod. Teodoro nace en una familia educada y religiosa. Llegado a cierta edad decide dedicar su vida a Dios y escoge voluntariamente la forma de jurodstvo, sabiendo que es posiblemente el ascetismo más duro.
El bienaventurado Teodoro llevó a cabo el jurodstvo allí donde había vivido
anteriormente, en la orilla del mercado de Nóvgorod. Pasaba sus días bajo el cielo abierto, sin techo ni refugio, medio desnudo y descalzo bajo la lluvia y sobre la nieve, hiciera calor o helara. Se sometió a la más estricta pobreza y a ayunos extenuantes, repartiendo las limosnas que recibía de los fieles ciudadanos entre los pobres. Por las noches dormía poco, en su lugar acudía a las iglesias, rezando por su ciudad natal y por los que en ella vivían, pedía a Dios que los librara de las invasiones de otros pueblos, de las luchas internas, del hambre y de los incendios. Durante el día actuaba como un jurodivyj en las populosas calles y mercados.
Los antiguos textos recogen un testimonio poco común en los relatos del jurodstvo: la convivencia, la compleja relación de los dos jurodivye, su reparto de territorio y su aparente aversión mutua: Ambos santos locos, Teodoro y Nicolás el de los repollos, vivieron en esta ciudad en el siglo XIV, pero cada uno a un lado distinto del río Voljov. Los habitantes de una orilla y los de la otra se llevaban muy mal. Como gesto profético de denuncia, a menudo ambos jurodivyjs se encontraban en el puente sobre el río para enzarzarse a golpes y arrojarse el uno al otro al agua. Luego volvían cada uno a su lugar. Ambos santos fingían odiarse mutuamente manteniendo de continuo estas falsas peleas. Cuando el blažennyj Nicolás cruzaba a la orilla del mercado, Teodoro corría detrás de él y lo perseguía hasta la mitad del puente del río Volchov diciendo:
- “No cruces a mi orilla, vive en la tuya”.Muchos ciudadanos entendían, avergonzados, que así los santos “predicaban” contra los absurdos odios de sus habitantes que dividían la ciudad.
Teodoro, como muchos otros jurodivye, recibe el don de la clarividencia. Aunque del mismo modo que en otras manifestaciones del fenómeno, las profecías se realizan en un lenguaje oscuro:
- “Guardad el pan, el pan será preciado”.
Efectivamente llegó la hambruna. Algunas veces predijo:
- “Todo este lugar estará limpio, será bueno para sembrar trigo o nabos”.
Tras esto tenía lugar un incendio. Adivinó el nacimiento de hijos a muchas mujeres hasta entonces sin ellos:
- “Reza a Dios y te dará un hijo” o “reza a Dios y te dará una hija”.
Entre otras predicciones el santo adelantó el acontecimiento de su propia muerte mientras corría por las calles gritando:
“Adios, me marcho lejos”
A su muerte fue enterrado junto a la iglesia de San Jorge. Con el paso del tiempo se construyó sobre su tumba un sepulcro de piedra y una capilla de madera en la que se registraron curaciones. En 1832 se construyó una nueva capilla de piedra que reemplazaba a la de madera, allí descansan las reliquias de Teodoro. Los mercaderes de Nóvgorod consideran al santo su protector y mantienen su culto.
BASILIO DE MOSCÚ

Iván el Terrible era un zar particularmente cruel al que nadie se atrevía a llevarle la contraria. Sólo lo hacía un tal Vasili (Basilio), un anacoreta loco del que se decía que caminaba por las calles de Moscú desnudo en pleno invierno. 
Las cúpulas de colores de la iglesia de la Plaza Roja de Moscú están dedicadas a Basilio su santo loco y patrón, muerto en 1552. Basilio escandalizó a la ciudad destrozando un venerado icono de la Virgen porque en una esquina veía pintado un demonio: que huyera o estuviera vencido no era bastante para él. Escupía a las paredes exteriores de las iglesias, porque decía que las veía cubiertas de demonios, furiosos por no poder entrar en el templo. Se colocaba en las entradas de casas de pecado y besaba llorando sus paredes y puertas diciendo que allí esperaban tristes los ángeles de la casa, expulsados por la impiedad del interior.
Basilio, que era un “blazhenny”, (bienaventurado), como se llama en Rusia a los “locos de Dios” vivía en la catedral ya en la época en que ésta se estaba edificando, tenía fama de santo y era muy respetado y venerado por el pueblo como tantos otros similares a él a lo largo de Rusia. Desde jovencito contaba con un especial don de clarividencia, se negaba a dormir bajo techo, iba todo el año desnudo y descalzo, y llevaba cadenas de penitente.
Se encuentran en los textos antiguos otros hechos milagrosos del jurodstvo Basilio como la salvación de fieles ante un naufragio, apariciones en sueños o diversas curaciones. Un relato de carácter más singular lo constituye el intento de unos pillos de engañar al santo con el fin de quitarle un abrigo donado por un hombre rico. El plan de los hombres es pedir el abrigo a Basilio, ya que no tienen con qué enterrar a uno de sus compañeros que se hace el muerto. Basilio pregunta si es cierto que su amigo ha muerto. Los estafadores lo confirman y reciben el abrigo, pero su amigo no vuelve a despertar de su farsa.
Decían que la única persona a la que temía el feroz Iván el Terrible era al santo loco Basilio. Cuando murió el santo, fue enterrado en el cementerio de la iglesia de la Santa Trinidad en el Foso. El zar y sus boyardos portaron personalmente el ataúd y el patriarca metropolita de Moscú ofició la ceremonia.
El menologio de D. Rostovsky recoge una extensa descripción de la muerte y entierro de Basilio el Bendito. El relato resalta su celo ascético que le llevó a profesar el jurodstvo durante 78 años, muriendo en 1552 a los 88 años.
Sirva la siguiente selección como ejemplo: El devoto zar y gran príncipe Iván Vasil'evic, autócrata de toda Rusia, al saber de la pronta partida del santo Basilio a Dios, se presentó con la devota zarina y la gran princesa Anastasia y con sus piadosos herederos, Iván y Feodor, con la intención de visitarlo y
recibir su bendición. El blažennyj, estando próximo a la muere y ya en su última exhalación y de manera profética dijo al heredero Feodor: “ Todo lo que pertenece a tus antepasados será tuyo y tú serás su heredero”.
El zar y los príncipes llevaron el cuerpo del blažennyj al templo, cargándolo sobre sus propios hombros. Obispos y todo tipo de representantes del clero lo honraron cantando los salmos y servicios eclesiásticos y el pueblo con lágrimas exclamaba: “¡Bendito Basilio! Reza con celo a Cristo nuestro Dios por nuestra ciudad Moscú y por todas las ciudades y poblaciones de Rusia, por nuestro zar seguidor de Cristo, por la devota zarina y por sus piadosos hijos, y guía a su ejército a la victoria sobre sus enemigos.
El consagrado metropolita Macario desde la sagrada catedral ofició los salmos y los cantos fúnebres de cuerpo presente. El entierro con todos los honores tuvo lugar el día 2 de agosto de 1552.
El santo fue enterrado junto a la iglesia de la Trinidad en el Rov, en cuyo lugar dos años después Iván el Terrible ordenó construir la catedral de la Intercesión en conmemoración de la victoria de Kazán. En el nuevo templo se construye una capilla sobre la tumba del santo que lleva su nombre. Allí descansan las reliquias del santo hasta nuestros días y el templo ha pasado a ser conocido popularmente como la catedral de Basilio el Bendito.
Paradójicamente, aunque la iglesia que popularmente lleva su nombre sea una de las imágenes más conocidas de Rusia, poco sabemos de Basilio. Los textos reconocen que son pocos los hechos fidedignos y su vita se construye por medio de relatos orales y leyendas. El contenido refleja dicha naturaleza popular. La vida de Basilio es una repetición de lugares comunes que nos dan a entender que el santo era un jurodivyj tradicional que cumplía la mayor parte de los topoi.
 

BEATA XENIA DE SAN PETERSBURGO

La tradición enmarca la vida de Grigorievna de Petrova Xenia, una Santa Ortodoxa , "loca por Cristo ", que  vivio en el siglo XVIII en San Petersburgo entre el reinado de Isabel I Petrovna (1741-1762) y Catalina II la Grande (1762-1796).
De Santa Xenia no se conservó en el registro de la memoria de las personas datos sobre quien era ella, que procedencia tenia, quienes fueron sus padres, donde estudió y cual fue su formación educativa. Solo se puede suponer que Xenia, no era de procedencia humilde, pues estaba casada con Andrés G. Petrov que era una persona de rango militar, tenia el grado de coronel, y era cantor del palacio.
 Xenia llevó en su juventud una vida corriente, felizmente casada y devota de su marido, quien quizás fuera en palabras del hagíografo “un poco mundano, siendo aún joven y saludable cuando murió repentinamente una noche de borrachera.”
Xenia, sin hijos y repentinamente viuda, no hace más que atormentarse por el hecho de haber muerto su marido sin haber recibido los Sagrados Sacramentos. De este modo, decide romper con su pasado y reparte sus riquezas. Sus más allegados temen que haya perdido el juicio o la razón. Esa opinión la tenían, además, sus parientes y amigos, sobre todo, después de que ella, tomó la decisión de repartir todo su patrimonio a los pobres, inclusive su casa la regaló a su muy amiga Paraskeva Antonova. Los familiares de Xenia, pidieron a los superiores de su difunto esposo que no le permitieran repartir sus bienes, dado su estado de locura. Los superiores de su cónyuge la llamaron, pero después de mantener una conversación se convencieron de que ella estaba totalmente sana, por lo cual ella podía tomar la decisión que quisiese respecto a su propiedad.
El cambio fue radical, de una persona mundana se transformó en una persona espiritual. Ella inmediatamente comprendió, que en la tierra no puede haber una felicidad verdadera, que todo lo terrenal actúa como estorbo, obstaculizando el logro de la verdadera felicidad en el cielo, con Dios.
Durante ocho años abandona San Petersburgo y ejerce como aprendiz en una hermandad monástica, es en este momento cuando toma la forma de jurodstvo.
A continuación vuelve a San Petersburgo vestida con el uniforme de su marido y respondiendo tan sólo al nombre de Andrej Teodorovic. Comienza así un largo peregrinaje por las calles del distrito conocido como Peterburgskaja Storona, uno de los más pobres de la ciudad. Al principio es considerada un vagabundo más, siendo insultada e incluso golpeada. La Beata Xenia sufre dichos abusos y burlas pacientemente y sin lamentos. Solamente una vez, cuando ella ya era considerada como milagrosa, los lugareños de San Petersburgo, la vieron muy enojada. Los galopines callejeros al ver a la Beata, comenzaron como de costumbre a burlarse, pero ella al igual que otras veces soportaba esto resignadamente. Pero los sinvergüenzas no se limitaron solo a las burlas. Viendo el desamparo y la resignación de la Beata, comenzaron a tirarle barro y piedras... Por lo visto la Beata, no tuvo más paciencia, como torbellino arremetió contra los pilluelos, amenazándolos con su palo, el cual siempre llevaba consigo. Los lugareños de esta parte de San Petersburgo, al ver a la santa tan enojada se espantaron con la horrible conducta de los muchachos e inmediatamente tomaron todas las medidas para que nadie más ofendiera a la Beata. Con el tiempo la gente reconoce su devoción y comienza a apreciarla, llegando a abrirle las puertas de sus casas y ofreciéndole limosnas que ella repartirá después entre otros vagabundos. Recibe también el don de la clarividencia y la profecía. Xenia anuncia adopciones, matrimonios y muertes por medio de un lenguaje cifrado que con frecuencia sólo es comprendido al hacerse la predicción realidad. De esta forma predice la muerte de tres zares: Isabel I Petrovna, Iván VI y Catalina II.
Diariamente Xenia iba caminando errante por las sucias y sin pavimento calles de San Petersburgo y rara vez entraba en la casa de sus conocidos, comía, conversaba y luego seguía su camino. Por mucho tiempo no se supo el lugar dónde ella pasaba sus noches. No solo comenzaron a interesarse los lugareños de San Petersburgo, sino que también lo hizo la policía ya que les parecía eso algo muy extraño. Decidieron entonces averiguar el lugar donde la extraña mujer pasaba sus noches y que es lo que ella hacía. Tanto los ciudadanos de San Petersburgo, como la policía supieron satisfacer su curiosidad, y con ello quedaron tranquilos. Resultó que Xenia, sin prestarle atención al tiempo ni a las inclemencias climáticas, se iba de noche al campo, en la cual se quedaba de rodillas hasta la madrugada hasta que salía el sol, alternando con inclinaciones de rodillas y con la cabeza hasta el suelo, haciéndolo hacia los cuatro puntos cardinales en forma alternada.
En otro momento, los obreros, que trabajaban en la construcción de la nueva Iglesia de piedra en el cementerio de Smolensk, se dieron cuenta de que alguien de noche, en horas en las cuales ellos no se encontraban, llevaba grandes montañas de ladrillos arriba de la construcción de la iglesia, los trabajadores se asombraban mucho de ello, durante mucho tiempo no comprendían, como aparecían los ladrillos arriba de la Iglesia en construcción. Por fin decidieron investigar, quien podría ser ese benefactor, trabajador incansable que todas las noches les alcanzaba los ladrillos. Resulta que ese incansable trabajador era la Beata Xenia, servidora de Dios.
Xenia de San Petersburgo es un ejemplo de “loca de Dios”, del siglo XVIII. Era de familia burguesa y pudiente, pero al enviudar decidió vestirse con ropas de hombre, hacerse llamar “Andrés” y vivir en las calles trabajando en secreto para los demás.
Puede ser que muchos otros sacrificios realizó la Beata Xenia en este mundo durante su vida terrenal. Lamentablemente, al lado de ella no había nadie que lo testifique. Sin embargo ese camino fue muy largo. Vivió 45 años después de la muerte de su marido. Durante 45 años ella llevó una lucha incansable con el orgullo mundano y con el enemigo de la humanidad — el demonio.
Con la canonización de Xenia en 1988 se institucionaliza el fenómeno tanto a nivel nacional como internacional, ya que es canonizada por la Iglesia ortodoxa rusa en el exterior. En la actualidad existen parroquias ortodoxas dedicadas a Xenia en lugares del mundo tan distintos como Rusia, Guatemala, Portugal, Estados Unidos, Alemania o Canadá
En la actualidad,Santa Xenia es reconocida como una santa nacional rusa además de ser la patrona de San Petersburgo junto con Alexander Nevskij.

IVÁN JAKOVLEVIC

Se desconocen las fechas de nacimiento y muerte de Iván Jakovlevic Korejša. Ademas se tienen muy pocos datos sobre su infancia. Tan solo se sabe que vivía en Smolensk y allí estudiaba en una escuela espiritual. Un día decidió irse al bosque y tomar la forma ascética de jurodstvo. Unos campesinos lo encontraron en el bosque sin gorro y sin pertenencias, le construyeron una casa pequeña y comenzaron a acudir a visitarlo. Pronto toda la región conocía el nombre de Iván Jakovlevic. El propio escritor Pryžov afirma que hasta este punto la historia se mantiene fiel a la tradición rusa. Los ancianos acuden al bosque, donde en una zona despoblada les aguarda la cabaña. Allí rezan alrededor de ella y tienen lugar hechos milagrosos.
La narración recoge la historia de una familia señorial que iba a casar a su hija con un distinguido soldado de la guerra de 1812. Antes de la boda, la prometida acudió a consultar su futuro con Iván Jakovlevic acompañada de algunos parientes. Le preguntaron al jurodivyj si la prometida sería feliz. Iván se levantó de un salto y dando golpes a la mesa gritó: “¡Bandidos! ¡Ladrones! ¡Atrapadlos! ¡Atrapadlos!”
Tras la premonición la prometida decidió no casarse y el novio al enterarse se quejó ante el gobernador de Smolensk pidiéndole que librara a la sociedad de ese monstruo, no sin antes hacer una visita al santo y partirle las piernas. El asunto fue trasladado al gobernador de Moscú. Pryžov afirma haber visto la documentación de dicho traslado.
De este modo llevaron a Iván a Moscú encerrándolo en la “casa de los locos.” La muchacha finalmente no se casó e ingresó en un monasterio del que llegaría a ser superiora y siguió en contacto con Iván por correspondencia. Así se describe la llegada y vida de Iván en Moscú: Se fue Iván Jakovlevic a Moscú y le precedía su fama y cuarenta y tres años pasaron ya, realiza predicciones sobre futuros maridos, sana o cura enfermos,predice heladas, sequías, tormentas, brotes de cólera, guerras y demás. Además de eso, junto a la “casa de los locos” en honor a Iván Jakovlevic hicieron un círculo donde los benefactores dejaban sus ofrendas. Allí iban a parar desde el más triste groš de una pobre anciana hasta los billetes de una comerciante rica... Entre los regalos más comunes figuraban bollos, manzanas y tabaco. Al tomarlos en sus manos Iván Jakovlevic los consagraba, después se repartían entre los que le visitaban y sucedían muchos milagros.
Los milagros registrados en el texto son curaciones y predicciones. Entre las curaciones destaca una realizada mediante un ungüento hecho de tabaco consagrado. Por poseer el don de obrar estos milagros Iván Jakovlevic era considerado santo. Iván escribía unas notas en un papel que los enfermos llevaban junto a su cruz y eran curados. De modo similar realizaba sus predicciones, siendo necesario interpretar lo escrito. La caligrafía de Iván era muy buena y escribía con letras griegas y latinas.
La obra describe la estancia de Iván comparándola con una capilla, llena de iconos y velas encendidas. En el lugar no deja de entrar y salir gente de todas las clases sociales. Dentro rezan peregrinos, ancianas, ricas vendedoras y jóvenes muchachas. En un rincón yace en el suelo Iván. Aunque puede andar, lleva años tumbado. El resto de los enfermos visten con ropa blanca pero el lleva una rubaška de color oscuro. Sus ropas están sucias y tienen restos de las comidas y las cenas que coge con las manos limpiándose con su camisa. Yace de espaldas con las manos cruzadas sobre el pecho. Tiene unos ochenta años y es calvo. Sirve comida en su hogar a distinta gente. La mezcla toda en un mismo plato y los demás comen de ella como si fuera un ritual sagrado. Después del almuerzo y de la cena no le estaba prohido a Iván Jakovlevic beber vodka.
Iván muere en el hospital Preobraženskij, cuatro días más tarde es enterrado en el monasterio Pokrovskij. Durante sus últimas semanas no cesaron de acudir a él visitantes con preguntas, que ahora no requerían de un pago previo, y abandonaban el cuarto sin haber obtenido respuesta alguna. Tras su muerte, el cadáver permaneció dos días en la habitación. El gentío no abandonaba la habitación y ungía el cuerpo en aceites para evitar el hedor. Después lo llevaron a una capilla esperando al domingo para enterrarlo. El lugar del entierro fue motivo de peleas y discusiones. Por miedo al robo del cuerpo se instaló una guardia en la capilla. A pesar de que la lluvia no cesó durante esos días, llenando la ciudad de fango, el cuerpo se trasladó del piso a una capilla, de la capilla a una iglesia y de la iglesia al cementerio, acompañado por mujeres que se postraban ante él sobre el barro. Junto a su tumba se recogieron generosas limosnas que fueron enterradas con él.
De su tumba brotaba agua milagrosa. Ya en vida, mientras yacía inmóvil en su lecho, sus seguidores recogían la tierra depositada bajo su lecho empapada de su orina. Se llevaban la tierra a sus casas considerando que tenía poderes curativos. Tras su muerte muchos acudieron de todas partes con la intención de comprar un poco de tierra curativa. Finalmente la gente acudió a su tumba con pequeños frascos que llenaban del fango que brotaba de ella.
En el momento del traslado del cuerpo desde la iglesia se congregaron seres deformes, jurodivye, santurrones, peregrinos y viajeros. La iglesia estaba abarrotada y ellos no entraron, permanenciendo en la calle. Y allí, a plena luz del día, entre la multitud reunida, daban sus sermones, tenían lugar como apariciones y visiones, anunciaban profecías imaginadas, blasfemaban, pedían limosna y echaban males de ojo, etc. Una multitud inconsolable fue del cementerio a “la casa de los locos” y coronaron allí a un nuevo jurodivyj en lugar de Iván Jakovlevic.
                                                        
El cementerio de Smolensk
Referencias:
https://it.wikipedia.org/wiki/Procopio_di_Ustjug
http://eprints.sim.ucm.es/20751/1/T34382.pdf
The Life and Miracles of Blessed Xenia of St.Petersburg. Holy Trinity Monastery. Jordanville-Nueva York, 1997.
https://www.facebook.com/pages/St-Xenia-of-St-Petersburg/36923683788
Ventisei personaggi moscoviti : tra santoni, falsi-profeti, dementi e mentecatte / Ivan Gavrilovic Pryzov. - Pordenone : Studio tesi, 1989. - XXXVIII

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